Durante los últimos años hemos analizado una tendencia del mercado global caracterizada por la sostenibilidad. En un principio esta tendencia fue descrita como “preocupación por el medio ambiente”, porque enfatizaba el interés creciente de empresas por el aspecto ambiental. Es así como el reciclaje de productos era el centro de esta tendencia, junto a otros elementos como el uso racional de los recursos naturales por parte de las industrias. Este movimiento no estuvo protagonizado solamente por las empresas, sino que presenció cómo los consumidores se incorporaron como vigilantes, armados con las herramientas que brindan los medios sociales digitales.

 

Pero esta tendencia del mercado global fue ampliándose más allá de los aspectos ambientales para incorporar todo aquello que supone una empresa responsable; no solamente con su ecosistema, sino con las comunidades donde opera y, por supuesto, con sus colaboradores. Es por ello que muchas compañías han cuidado con más detalle dónde manufacturan sus productos y qué materiales y recursos humanos son empleados en dicha fabricación. También supone que una empresa responsable es transparente con sus consumidores y les habla claro.

 

Sin embargo, ahora estamos frente a una nueva etapa de la empresa socialmente responsable: aquella en la que los consumidores están esperando que las marcas fijen posición y participen en aspectos relacionados con los derechos civiles y otros temas sociales. En un mercado donde la mayoría de los consumidores son nativos digitales, más informados y más tolerantes, se espera que las empresas también estén más abiertas a opinar sobre los temas que ocupan a la opinión pública. Ya la solución de los problemas no es exclusiva de los gobiernos sino que requiere que la sociedad en su conjunto, incluidas las empresas, participen. Esta agenda incluye temas tradicionalmente álgidos para las marcas como: desigualdades sociales, matrimonios de personas del mismo sexo, discriminación de género, entre otros.

 

Este es sin duda un entorno muy distinto al que las empresas enfrentaron durante los últimos años e impone nuevos retos. Lo primero es entender al nuevo consumidor y sus expectativas con relación a las marcas. ¿Te has preguntado qué esperan los consumidores de los productos y servicios de tu empresa? ¿Está preparada tu compañía para participar éticamente en este nuevo contexto?

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