Ser digital se está convirtiendo en una práctica común en muchas empresas a nivel global. Generalmente asociamos lo digital con tecnología, una nueva forma de hacer negocios y hasta con una mejor forma de relacionarse con los clientes, pero más que una “cosa específica”, digital es una “forma de hacer las cosas”. (Karel Dörner y David Edelman: What Digital Really Means. 2015). Las empresas digitales ven a la tecnología como una herramienta y no como un fin en sí mismo. Más importante que los montos de inversión en tecnología son las razones que justifican dichas inversiones y los resultados esperados para el negocio.
La mayoría de los ejecutivos perciben que el proceso de transformación a una empresa digital les traerá resultados positivos, como un aumento de los ingresos, mayor rentabilidad, retorno del capital invertido, etc. (McKinsey Global Survey Results. Cracking the Digital Code. 2015). Sin embargo, muchas de las empresas no lograrán cumplir con esas expectativas. Solamente una porción del mercado, los llamados maestros digitales (Leading Digital. George Westerman, Didier Bonnet y Andrew Mcafee. 2014) serán capaces de apropiarse de mayores ingresos y márgenes de rentabilidad. Estos maestros digitales están presentes en todos los sectores, pero la banca comercial, el retail y el sector tecnológico son los que poseen más este tipo de empresas.
Según los autores de Leading Digital, la maestría digital viene dada no solamente por el desarrollo de capacidades digitales, sino también por las capacidades de liderazgo en la organización. Algunas formas de construir capacidades digitales son: crear experiencias para los clientes (monitoreo de medios sociales, desarrollo de nuevos canales de distribución, uso de la geolocalización, big data, etc), mejorar los procesos operacionales y revisar los modelos de negocio de la empresa. Una buena forma de empezar, es entender el viaje de los consumidores/clientes e identificar los “puntos de dolor” para minimizarlos con el uso de la tecnología.
Pero poseer los recursos económicos para adquirir las últimas tecnologías no es suficiente, sino hay que saber utilizarlas para el beneficio de la empresa. Para ello, la primera tarea es formular una visión de la “empresa digital” en la que queremos transformar nuestra organización. Igualmente, es recomendable promover una cultura de la experimentación dentro de la empresa.
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